La primera letra que se me ocurrió trabajar para la música del tango fue la de CENTENARIO DEL TANGO, que dicho sea de paso elegí un tema de los más complicados ya que debía introducir frases empleadas en tangos celebres y antiguos, lo cual me hizo trabajar bastante para ajustar perfectamente estas frases y que los acentos fueran en su sitio para que sonase conocido. Fue un trabajo de búsqueda y ajuste pero que no se me dio mal por ser el primero. Yo, cuando el primer tango en letra me sale, considero que la música es de buena para arriba.
Siempre hemos tenido el Pub ARSA para ensayar, pero conseguimos el Club Náutico en la entrada de la Punta San Felipe. El coro se iba completando en sus cuerdas de distintos y variopintos coristas de esos que no les gusta ensayar, de esos que no les gusta esta fiesta y que están en ella no para cantar tangos, sino para la diversión o para quitarse del lado de la mujer. Afortunadamente no todos, porque tuve la fortuna de que llegaron de la mano de Quico: Antonio Carlo y Maera. Dos cantores del pueblo que han cantado tangos desde siempre y que, a saber, cuándo pararán. Además de los anteriormente citados, llegó Paco Oliva, que ya estuvo conmigo en comparsas como Los Coristas y Los Carboneros, y Fernando Domínguez Jiménez, conocido por todos nosotros por El Gitano. Más tarde entraría Francisco Manuel Olmedo que venía rebotado del coro de La Salle Viña. El coro daba la impresión de no estar completado nunca y además era muy raro el día que el grupo estaba entero en el ensayo. No había compromiso para venir a ensayar, solo cuando se pudiera. De esa forma vimos ese año a gente que no han vuelto a cantar un tango y demostrado ha quedado que ni les gustaba el coro ni el tanguillo gaditano.
Los ensayos eran distendidos y de vez en cuando se organizaba un arroz o una fideuá, todo por supuesto regado con Manzanilla de D. Miguel, que nos sigue surtiendo los caldos sanluqueños necesarios para el esclarecimiento de los gaznates. Lo malo era cuando se organizaba un arroz pero se le ocurría a los más tontos y esmayaos decirlo en la calle además de traerse al ensayo ese día hasta la suegra.
Así transcurrió el periodo de ensayos y llegaron después los “ENSAYOS GENERALES”. Digamos que fue lo más importante, el punto de inflexión del coro, el ser o no ser. Llegó el día y debutamos en la O.N.C.E., el coro traía cositas bonitas, aire fresco, valentía en letras. . . Sí, pero se le notaba la falta de ensayos, ya lo dije en la primera parte, el coro no estaba compacto y la gente se retrasaba al cantar algunas letras porque no la sabían bien del todo. Y llegó el final del popurrit cuando el coro canta “Capitán de Las Morenas hasta la muerte el batallón, por Cai, por cai, por cai. . . aquí no hay rendición…”, pues bien en ese “por cai, por cai…" que son tres veces, sonaron catorce y con tantos veteranos que había en el coro no sabían salir del entuerto en el que estábamos metidos. Unos se miraban a otros, nadie tenía la culpa pero el “por cai…" seguía sonando, la gente bostezaba aburrida, aquello no acababa. Me tuve que levantar con la guitarra y dar el último “por caiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii…” con su entonación más alta que era la referencia de que era el último. Por fin el final del popurrit. ¡Que alivio!
Al día siguiente Ensayo General en San Fernando, en el Club La Salina. Antes de salir reuní el coro en una habitación y les comuniqué que el coro no concursaría en el Falla; por el ensayo del día anterior, por la cantidad de letras mascadas y por no encontrar al coro preparado para el concurso. ¿La culpa?, pues de la célebre frase: “tu ven a ensayar cuando quieras”. Ese ensayo en el Club La Salina fue memorable, pusimos a la gente en pié.
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