En el coro con nosotros estaba en la cuerda de segundas Sergio Colón, que entró en el coro por ser amigo de Carlos Zamora y que por aquel entonces acababa sus estudios en el colegio La Salle Viña. El padre de Sergio regentaba una empresa de perfiles de aluminios. Hice un boceto de lo que quería que fuera la carroza del coro para la calle, con sus escalones para las distintas cuerdas y en donde se ubicara un habitáculo en la parte posterior de ésta: diseñé una cocina con todos sus elementos adaptables para neveras, cocina, mueble y grifo de cerveza. De perlas y muy a gusto que pagué las cuatrocientas mil que nos costó a mi compadre y a mí el diseño nuevo, innovador y renovador de carroza para coro.
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Faly Pastrana y Antonio Oliva (gran cocinero y tenor del coro) en la cocina de la batea. |
Otra cosa que se gestionó en el mismo Falla durante el concurso, fue el tractorista que desde el primer día se adaptó perfectamente a las directrices del coro. Este señor era conocido de D. Antonio Morillo, por aquellos entonces presidente del colegio provincial de farmacéuticos y compañero de Quico. Este hombre vino de Vejer recomendado por el Sr. Morillo y la verdad es que los primeros años funcionó a la perfección y demostró sus habilidades con el tractor por las pequeñas calles de Cádiz, que eran parte de nuestro recorrido y que cumplía desde el primer momento con nuestra intención de llevar el tango de Cádiz a mas calles que a la plaza de Abastos. Este hombre, D. Francisco Manzorro, con el tiempo y la confianza se afilió al sindicato de tractoristas de bateas y empezó a exigir por cuatro días de carruseles lo que no ganaba en todo el año, por lo que no tuve más remedio que comprarle un mapa de vuelta hasta su pueblo y darle las gracias por los servicios prestados.
Ese primer año el coro se adaptó en parte a las propuestas de ASCOGA en la organización de los carruseles y su recorrido. Pero yo desde hacía tiempo quería salir con el coro desde San Juan de Dios. Concretamente desde el bar “Los Pabellones”, en donde mi hermano tomaba su cervecita después del trabajo en una empresa del Muelle de Levante. Y en donde paraban gente del barrio del mesón que fueron parte de mi adolescencia. Independientemente de eso allí estaban al frente del negocio, y que sea por mucho tiempo, los hermanos Gómez Díaz que fueron amigos del barrio desde siempre, sobre todo Rafael, Miguel y Angelín.
Hay una foto del coro cantando en la plaza de Abastos, casi en la esquina de Desamparados. Es un claro ejemplo que el coro estuvo en la plaza en todo momento cumpliendo con la organización de ASCOGA. Pero teníamos la inquietud de salir desde San Juan de Dios y el Domingo de Carnaval así lo hicimos. Salimos de “Los Pabellones” y nos adentramos por San Francisco, ante el asombro de los clientes del bar JOSELITO. Luego giramos a la izquierda para entrar en Mendizábal y llegar de esa forma hasta la placita del Cañón.
A nadie se le debe olvidar esta apuesta: en la plaza del Cañón no había nadie, el bar estaba abierto y dentro tres clientes. La gente del coro empezó a protestar cuando decidí parar en el mismo centro de la plaza. La pregunta más generalizada para que me llegara y desistiera de aquel empeño fue: ¿qué le vamos a cantar a las calichas? Lo escuché como cinco o seis veces haciendo caso omiso de los comentarios absurdos de más de un tonto “Filipino”. Mucha paciencia había que tener para aguantar las pamplinas de algún veterano que otro, al respecto de mi forma de dirigir el coro en la calle y sobre todo por donde lo llevaba.
Ese primer año metimos en la cocina un fuego para cocinar con su bombona incluida de gas. Al año siguiente desistí de este sistema por el posible peligro que podría conllevar. Pero dio tiempo a que Juan Pastrana, en pleno carrusel de la Plaza de Abastos, preparara un arroz para chuparse los dedos. La cocina de ese primer año estuvo coordinada por Tomás Sanguino.
Los aficionados se arremolinaban alrededor de la carroza para escucharnos, pero la sorpresa total era cuando veían que de la cocina salían alimentos recién cocinados y calentitos, además de cerveza fría de barril y vinos de D. Miguel que llevábamos como oro en paño.
Recuerdo un director de coros, ya desaparecido, que fue a quejarse a la carroza del entonces presidente de ASCOGA, Nandi Migueles, aduciendo que estábamos comiendo en la batea “papas con chocos” y calentito. A lo que Nandi contestó: ¿y qué?
Los aficionados disfrutaban con nuestro repertorio, sobre todo los tangos y el cuplé con su estribillo que ya coreaban en la calle. El grupo en la calle, generalmente hablando, se comportó y dio el callo en todo momento, aunque hubo que leer cartillas a algunos que no entendían a lo que venían y el papel que un coro desempeña en las calles de Cádiz. Afortunadamente delante de la batea puse a dos veteranos como Antonio Carlo Moreno y Antonio Rodríguez Pino Maera, que son de esos coristas que cantan, cantan y cantan porque es lo que les gusta. Además no se bajan de la carroza a no ser que hayan de coordinar con el tractorista algún desajuste de tráfico o algo parecido. Ellos vieron que la carroza iba perfectamente coordinada y que se paraba en los sitios justos para cantar, con gente, sin viento de bocacalle…etc. Concretamente fue el Mahera quien ratificó que la batea y el coro en sí iban bien dirigidos, mandando callar a aspirantes a director. Mis años de director en el Coro de La Salle Viña, digo yo, me habían servido de algo. También estaban los hermanos García Barea; Guille y José Mª que se notaba que eran hijos de coristas por la disciplina de ambos a la hora de cantar, interpretar, etc. Con un componente, que puse delante, me tuve que molestar e imponer apartándolo al lateral de la batea ya que su único afán era emborracharse y según él “pasarlo bien”. Además su hijo también venía con nosotros y parece que competían padre e hijo a ver quien cogía la borrachera más gorda.
Otro componente de la cuerda de segundas, cantaba un tango y se perdía el otro tango y los cuplés, luego subía como si tal cosa, hasta que me di cuenta y le hice ver su error. Me costó trabajo reconducir a que el grupo fuese compacto y en la misma sintonía. Otro tema que molestaba a algunos es que al ser el grupo con tan pocos componentes, sobraba espacio en la carroza y permití a algunos subieran sus hijos al lado de ellos para llenar un poco los huecos. Hay fotos que pasaran a la historia de niños al lado de su padre agarraditos al pantalón de papá para no caerse. También hubo sus más y sus menos con esto. Por ejemplo Paco Oliva y Antonio Carlo subieron a Efri y a Toni, respectivamente y fueron niños que no se movieron del lado de su padre. Pero algún componente tenía los tres niños vestido de Los últimos de Filipinas, y claro, los tres niños para arriba a dar por el trascó moviéndose y molestando a todos.
Fue un primer año difícil para la dirección ya que los componentes venían de coros diferentes en donde la desidia y el descontrol de muchos del grupo me hicieron ver que muchos de estos elementos no iban a estar para el siguiente año en caso de seguir. Y sobre todo porque en un grupo hace falta una disciplina en sus actos, horarios y comportamiento, que es fundamental para que el grupo funcione como tal y cumpla con el cometido para lo que se creó. Casualmente algunos componentes, de los que peores se comportaron, vuelven a estar juntos para cantar en un coro callejero en este 2012.
Solo deciros que os estoy leyendo con mucho interes y encima soy el primero en comentar algo jaja
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