20 de mayo de 2012

La cuesta de Jabonería (6ª parte)

Pues sí,  fue complicado componer el tipo y su puesta en escena, sobre todo por la sencillez que requería, pero tuvo a su favor que fue barato y  el resultado óptimo que, además, se salía un poco de la costumbre de hacer un tipo. Ya saben un diseñador, una costurera, etc.

Aparte del tipo, también resultó complicado dar con un nivel tan alto de letras. Creo que se trabajó bastante bien este apartado. Teniendo en cuenta que a mí me gusta hacer doce tangos cada año y de ahí elegir los ocho para el concurso del Teatro Falla. Ese año me daba por escribir en cualquier sitio de Cádiz. Yo en ese tiempo echaba la tarde en la piscina del Hotel Atlántico, que a esa hora se estaba tranquilo. Y como es un balcón pues la inspiración tarde o temprano llegaba.

Mirando en la libreta (A4) que uso por año para apuntar temas y para trabajar las letras me aparecen tangos desconocidos y que ni yo recordaba:


Y DICEN QUE NO ES CULTURA 
NUESTRAS LETRAS EN CARNAVALES 
Y TACHAN DE CHABACANASGROSERAS Y DESMEJORADASEN SU INMENSA MAYORÍA QUE NO SIRVEN PARA “NA”


ALGUNOS LLAMAN “COPLILLAS” Y OTROS LE DICEN “LETRILLAS” Y ESAS SON CRITICACIONES DE CUENTISTAS
 Y “ESCRITORES”QUE AQUÍ EN CADIZ ESTAN DE MÁS


QUE ES MUCHO MÁS COMPLICADO ESCRIBIR ENCORSETADO CUANDO HAS DE RIMAR LOS VERSOS CON MEDIDA MUSICAL Y QUE CULPA TENGO YO SE CONOZCA EN CADIZ MASA VILLEGAS O CAÑAMAQUE QUE A QUIÑONES EL ESCRITOR.


OIGA USTED A PACO ALBA O UN BUEN TANGO DE QUIROS
ANALICE LO QUE ESCRIBE CADA AÑO LUIS RIPOLL 
OIGA USTED A MARTINEZ ARES LEA DE ANTONIO MARTIN
TIRITITITRAN TRANTEROVERÁ QUE ESO ES ESCRIBIR


SON LAS LETRAS DE MI PUEBLO 
LA CULTURA DE MI TIERRADE UN LENGUAJE SINGULAR
DE COPLEROS “NA DE NA” 
ESCRITOR Y FIEL POETA GADITANO DE VERDAD
QUE NO HAY OTROS MEJOR QUE ESCRIBAN
EN NUESTRA TACITA
QUE LOS AUTORES DE CARNAVAL

De cualquier tema sacaba la punta necesaria para dar caña, la verdad es que nunca  en repertorios anteriores había estado yo tan incisivo y beligerante. Por recordar temas piropos, solo recuerdo el de la gitana “que ya suena la guitarra”, que lo hice en la caleta una tardecita,  el que mencionaba a los cantaores de Cádiz “Tiritititrantrantero cantecitos de esta tierra”, que me costó un trabajo enorme de componer ya que mencionaba a los cantaores gaditanos que han hecho que Cádiz sea un vértice importante de ese triángulo formado por Triana, Jerez y Cádiz. Y el piropo a Cádiz “Hay una perla escondía caminito de la gloria” que me salió estando sentado en la Alameda.

Aparte de letras inéditas, también me aparecen en la libreta cosas curiosas a modo de documentos. He de decir que en esas libretas, aparte de ir anotando y trabajando para el repertorio, yo voy guardando todo lo relativo al coro. Por aquellos entonces, yo pedía factura de todo por costumbre aunque mi compare nunca me pidió cuentas de nada. Pues hay una factura de dos paletillas de jamón que nos habíamos comido en los ensayos, que dicho sea de paso era una buena costumbre hasta que cogí a uno dándole un bocao al jamón con la pata levantá como si no hubiera comido en su vida. Se acabó el jamón, y es que alguno no se merece ni mortadela de perro. Facturas de Pinturas Galpa, que ya no existe al público. Por supuesto, facturas de comidas en el restaurante El Chato, que allí íbamos mi compare y yo a comer y a “pensar” en el coro. La verdad es que éramos los dos un poco especial. Bueno ahora llevo a la gente al Atxury, más o menos igual de especial.

Factura de compra en la desaparecida Droguería Galpa, en calle Hospital de Mujeres
Factura de un buen par de jamones de casi 21 kg cada uno

¿Cuanto costaba un buen festín en el Restaurante El Chato? Aquí tienen la prueba
También me aparece entre la documentación todos los escritos y lo que aconteció respecto al intento de la retirada de la subvención porque a Rafael Pastrana se le ocurrió salir de San Juan de Dios y agrandar o extender el carrusel a mas calles y plazas que a la de Abastos. Aquello fue una petición de ASCOGA a la Fundación Gaditana del Carnaval para que se nos retirase, como castigo, la subvención. A través de Víctor Arnedillo preparamos un escrito alegatorio en donde defendíamos que esa subvención era de dinero público y que si se nos retiraba, lo reclamaríamos ante esferas más altas. Ya ha llovido después de todo aquellos, pero creo que el tiempo me dio la razón y ahora los carruseles, quitando a algunos coros que aún no se han enterado de qué va esto, son más vistosos y mucha más gente puede disfrutar de ellos.


Petición de ASCOGA a la Fundación del Carnaval para que 'La Cuesta de Jabonería' no recibiese la subvención
Resolución del caso, por supuesto, favorable para el grupo de Faly y Quico


Uno de los documentos que guardo con más cariño es la  felicitación de Paco del Rio de la Cátedra de Flamencología, por como traté al flamenco y mencioné a distintos artistas que casi nadie conocía. Este documento lo guardo como oro en paño. Tuve que leer y documentarme mucho para saber quiénes eran distintos artistas nacidos en Cádiz que ni por asomo conocía. Pero al final mereció la pena el esfuerzo y así fue reconocido por esta Cátedra.

Felicitación de la Cátedra de Flamencología, a través de Paco del Río

Por supuesto en la libreta está la lista de las tallas de camisa y pantalón de cada uno, además también el número que calzaba cada uno. Los gorros, a modo de mascotas, los compré en González, una pequeña tienda sombrerería de jerez. Como todos no llevarían tocado pues no hizo falta tallas de las cabezas. Los compré a mi libre albedrio por calidad y colores. Luego aquí al que le estaba bueno uno se lo atribuía y al que no le estaba bueno ninguno, pues iba sin mascota. Recuerdo que Perico de los Reyes me pidió no llevar gorro “déjame la cara al aire, hermano chico, que se me vea la sonrisa y que vean que no oculto nada”. Después tantos años en La Viña es normal que Perico tuviera esa inquietud de que la gente de allí no pensara que se escondía debajo de un gorro.

Pase de la Carpa del año 1999, año de 'La Cuesta de Jabonería'

13 de mayo de 2012

La cuesta de Jabonería (5ª parte)


Siempre he pensado que el tipo que ha de lucir el coro tiene que ir lo más ajustado posible a la filosofía y al nombre del coro. Esto a veces se complica y hay algunos autores que no dan con la tecla porque deciden primero como han de ir y luego le ponen nombre. A la hora de escribir no saben por donde coger ni que decir. Para mi es al revés, decides lo que quieres decir, el mensaje que ha de tener el coro y luego piensas en el tipo y nombre.

La ropa de Los últimos de Filipinas fue cosida por Pepi, la señora de Tomás Sanguino que hizo un buen trabajo y muy barato. Un día que terminamos el ensayo de la cuesta en el Náutico acabamos como casi siempre en la Peña Los Dedócratas. Entre botellín de agua, conversaciones y risas oigo a mi compadre hablando con Tomás Sanguino y le estaba encargando que su mujer hiciera cuarenta camisas blancas con puños vistosos, chorreras y otras horteradas. No me imaginaba yo a los cuarenta gitanos vestidos iguales y con esas camisas más bien de traje corto. Además,  me extrañó mucho aquello porque mi compadre sabía cómo eran los gitanos de Santa María ya que este coro era una especie de homenaje a su infancia y a su señora Madre doña Isabel (q.e.p.d.). Así que no tuve más remedio que intermediar y decirle a Tomás que no encargara nada. A mi compadre le dije que me dejara a mí con el tipo que yo lo tenía claro.

La primera conclusión que saqué es que en Santa María no hay dos personas que vistan igual, a no ser que sean dos carajotes. Con esa conclusión me compuse un esquema en donde cada uno de los coristas, dependiendo de sus cuerpecitos, iría de una u otra forma. Unos en camisa abierta y otros con chaleco. Unos con chaqueta y otros con guayaberas. Luego iba aplicando gorros, pañuelos, bastones, etc., pero siempre como digo dependiendo de la fisonomía de cada uno.

Me dispuse a buscar toda la vestimenta y dejé una habitación de Sagasta casi vacía para ir colocando en la pared con perchas cada elemento de vestir que compraba. Jose Alejo me comentó que tenía un amigo gitano que se ponía en el piojito de San Fernando que vendía trajes pasados de moda. Así que un jueves fuimos los dos a la Isla a buscar el puesto del gitano. Este hombre tenía allí colgado un montón de trajes que no vendería en la vida, superantiguos. Yo al verlos fui mentalmente componiendo la vestimenta de algunos del coro. Allí tenía el gitano lo menos treinta trajes y elegí uno para preguntarle: ¿José, cuanto sale este? Y me dice José "ocho mil pejeta", y le pregunto de nuevo a José ¿y si me llevo los treinta trajes?, ese hombre se levanto de la silla y se le puso los ojos como los de mi amigo el Willy. Todo nerviosito dando muestras que no había vendido un traje en unos pocos de meses. Y me dice el gitano con mucha gracia "te los dejo cada uno en cinco mil y ya estoy yo con mi mujer en la venta Vargas celebrándolo". Cuando el gitano vio las ciento cincuenta mil pesetas dio como tres o cuatro vueltas al puesto. Jose Alejo y yo cogimos los trajes y nos despedimos del gitano. Que por cierto me volví un momento para preguntarle si tendría, por si acaso, algún traje más y el gitano ya había cerrado el puesto. Las Guayaberas se compraron en Vicente del Moral, y el resto de complementos los fui adquiriendo por Cádiz según iba viendo.

El tipo de de La Cuesta de Jabonería, eran auténticos trajes gitanos 
A la hora de probar los trajes a la gente, yo llamaba a mi casa a un componente y le probaba un traje. Que la chaqueta no le estaba bien, le ponía entonces la chaqueta de otro traje pero con el pantalón del otro. De esa forma fui consiguiendo la diversidad de colores y formas que me dieron la imagen que yo tenía de los gitanos de Santa María. Ese Antonio Carlo con la Guayabera y su bastón, con ese bigotito, ¡clavao! El Maera con su abrigo y la mascotita. Perico con su traje gris y su camisa blanca con las solapas por fuera y esa medalla del Nazareno en el pecho. Mi hijo con camisa roja y chaleco… en fin todo un comecoco, pero no iban dos iguales.

El problema tenía que surgir claro, no iba a ser todo tan fácil. Llegaron a mi casa Juan Pastrana y Paco Reyes, ¡ay esná! No cabían en ninguno de los trajes, ni Guayabera, ni chaleco ni ná de ná. Les tuve que hacer un traje a medida en el sastre que había en la calle Solano entrando por Sagasta. Que por ciento me costaron un pastón los dos, pero por no escucharlos daba yo hasta lo que no tenía. Con los pañolitos de lunares que encargué fui componiendo la imagen del coro y un día en los ensayos todos colocados en su cuerda y en su sitio fui dando pañuelo, bastón, gorro… hasta que quedó como yo imaginaba que debía quedar.

Las medallas del Nazareno y su cadena, los anillos (que cuando te los quitaba tenía el dedo verde) y los relojes de oro los trajo Francis ya que el padre tenía una Joyería y nos puso un precio muy enrollado. Así se complementaba del todo el tipo y cuando vi la imagen de todos vestidos con sus mascotas, sus medallas, bastones, chaquetas, abrigos etc. Me dije "la liamos en el Falla".

Fue un trabajo duro e incómodo pero se consiguió lo que quería.

11 de mayo de 2012

La cuesta de Jabonería (4ª parte)


Llegó la noche del Ensayo General de la chirigota y el coro. Los componentes del coro se comportaron de categoría, ya que cumplieron las órdenes dadas de no traer a familiares ni amigos, porque en caso contrario, con la familia y amigos de la chirigota, no cabríamos en el club Náutico.

A la hora acordada allí estábamos todos los componentes de los dos grupos. Los familiares y amigos de la chirigota debidamente acomodados y los componentes del coro repartiendo un vasito de vino para ir calentando un poco el ambiente. Pero Juan Carlos Aragón no aparecía, cosa extraña. Todos miraban el reloj como esperando que aquello comenzara. Otro vasito, la charlita, la risa, que si pacá que si payá. Pero Juan Carlos Aragón ni pelos ni señales. Los que estaban sentados se movían en los asientos como incómodos de llevar tanto tiempo esperando. Yo que tampoco soy de esperar, porque entre otras cosas malas llego a mi hora a los sitios y citas acordadas, me salí del local y me fui a la puerta del Club. Cuando me dio por mirar a la peña de Enrique el Mellizo vi a Juan Carlos en el mostrador bebiéndose un botellín de agua, como el que no tiene prisa por nada. Me encendí claro, y allí me dirigí a ver que le pasaba a este tío tan raro. Y le pregunté ¿quillo Juan tu no habías quedado conmigo en el Club Náutico a las diez de la noche? Y me contesta: “si, pero empezá ustedes”. O sea que encima que le brindo el local, las sillas, el vasito pa su gente…. Encima de teloneros, “que va tío, esto no es así”, “no picha, quedamos que haríamos un ensayo de convivencia entre los dos grupos. Así que si no vienes ahora mismo pongo a la gente en la calle”. Está claro que se venía para el local de ensayo. 

Juan Carlos Aragón compartió, ese año, ensayo general con La Cuesta de Jabonería

Y por fin empezamos y disfrutamos, que nadie en ese momento podría pensar que ensayaban dos primeros premios. La gente se lo pasó en grande y desde ese momento se acabaron las convivencias y otros inventos de este tipo.
Después de aquel ensayo corrieron las voces que el coro iba mejor que el año anterior y empezó el problemita de tener que poner mala cara y decir que no muchas veces, porque la gente quería asistir a un ensayo. Lo malo de esto es que yo decía que “NO”, pero es que había gente que ya venía invitada.

Unas de las cosas por la cual no me gusta ver a gente en los ensayos es el tema de la originalidad de las letras. No sé, pero creo que los que están en los ensayos a destiempo son gente aburrida que tienen por fuerza que asistir a los ensayos que ellos quieran. Y además tienen toda la pinta de darle al pico y hablar al día siguiente de lo que oyeron en el ensayo de anoche.

El caso es que después de un ensayo general se sacan conclusiones y como hay tiempo pues se corrigen ciertos fallos que se suelen cometer. Sobre todo en letras y algunos cortes en el popurrí que conllevan peligro de desafino. Por eso me gusta que después de este tipo de ensayo quedar solo con el coro y trabajar para corregir. Venía bien un ensayo con gente porque el tono de todo el repertorio era alto y siempre viene bien de darle caña a la gente y cantar el repertorio entero para ver la capacidad de fuerza del grupo.

El coro estaba preparado, se notaba la caña que se había dado en los ensayos. La gente respiraba en los mismos sitios. Y sobre todo se perfeccionó mucho los gorgoreos ya que íbamos de gitanos y esto tenía que salir como si lo cantaran cantaores flamencos.

8 de mayo de 2012

La cuesta de Jabonería (3ª parte)

El año de Los últimos de Filipinas teníamos durante los ensayos, de vez en cuando, hacer un arrocito o una Fideuá. Esta costumbre también la adoptamos en La Cuesta… pero de ese año ya no pasó. Esto de dar de comer a la gente puede que esté bien para algunos, quizás era una forma de destensar los ensayos o de pasarlo bien durante los mismos. Pero amigos, esto era una cosa para estar callados y no vociferarlo por las barras de Cádiz porque ya sabemos cómo es la gente. A modo de anécdota que me contó Jose Aranda: Un amigo suyo que venía con más gente llegó al ensayo de Los últimos de Filipinas y hablando con Jose le dijo que en la calle Zorrilla se había enterado que había un arroz en el ensayo de un coro en el Club Náutico. El mismo amigo le preguntó al gafita Aranda ¿tu qué haces aquí? Y el gafita le respondió del tirón, "no yo no, tú que hace aquí, quien te ha invitado a ti, porque yo salgo en el coro". Que estaba bien la idea, si. Pero se acabó el arroz, la fideuá y María de Arteaga.

Celebración de una barbacoa en la playa de La Caleta, el año de La Cuesta de Jabonería.

 Yo no he visto más gente en mi vida, gente que no había visto nunca, gente que no le gusta ni los coros, gente que solo venía a mangar. Se acabó para siempre la tontería, aunque reconozco que teniendo a Juan Pastrana y Paco Reyes de cocineros es normal que no sobrara un granito.
Ese año de La cuesta de Jabonería también entró en el coro Guillermo Smith formando tándem de bajos con Perico y que a la hora del vaso nos reíamos con los dos por las ocurrencias de éstos. Guillermo no sé lo que le ocurrió pero se marchó del coro antes que llegara el Falla.
El repertorio dio mucho trabajo en la afinación pero creo que conseguí casi casi lo que quería. El popurrí y la presentación eran fuertes de cantar, había que estar atentos a la respiración porque en caso contrario no terminabas una cuarteta.

El nivel de tangos fue creciendo a medida que los iba haciendo, yo mismo me exigía más y más, buscando críticas que antes nadie hubiera dicho y tratando de darle a las partes fuertes del tango contundencia en letra. Creo que conseguí un nivel de tangos que los demás coros no alcanzarían nunca. De hecho cuando cantamos la primera vez en el Falla, mi compadre que le gusta ir al teatro, hablando con un conocidísimo autor de coros, este le dijo "sí, todo lo que tú quieras Quico, pero ahora hay que traer letra". No sabía lo que traíamos guardado estos gitanos. Bueno pues después de la primera actuación me comentaron algunos aficionados al Carnaval, que la gente corría por los pasillos del Gran Teatro Falla para no perderse la actuación de La cuesta de Jabonería. Creo que no había escuchado eso antes y para mí, que llevaba el peso del repertorio entero, era todo un orgullo escuchar esos piropos.


Joselito Aranda, El gafita

Siguiendo con los ensayos reconozco que me enfadaba muchísimo cuando veía a gente en el ensayo, invitados que coartaban un poco a todos y que yo les ponía una mala cara que no quiero ni acordarme. Está claro que yo trabajo de una forma y no quiero a gente en los ensayos dando porculo con el vasito de vino. El ensayo es para trabajar un repertorio, unas músicas que a veces salen y otras no, unos movimientos que van con lo que decimos y sobre todo un comportamiento educado y alegre. Diríase que yo era, y aún todavía, políticamente incorrecto. Pero está claro que uno tenía que ser el malo y otro el bueno. Siempre he dicho que el que quiera escuchar el coro que vaya al Teatro o espere a un Ensayo General.

Y llegaron, después de mucho currar, los Ensayos Generales. Yo hacía los programas de Carnaval entonces en Onda Cero y entrevistando a Juan Carlos Aragón, éste me dijo que no tenía sitio para dar un Ensayo General donde poder sentar a la familia y atenderla debidamente. Después de darle vueltas llamé a Juan Carlos a casa y le ofrecí un ensayo conjunto de su chirigota y el coro. Nada más y nada menos que Los Yesterdays y La cuesta de Jabonería

3 de mayo de 2012

La Cuesta de Jabonería (2ª parte)


Aparte de los mencionados en el capítulo anterior, llegaron desde la Peña Los Dedócratas: Manolo Cornejo, Juanito Aragón y José Luis Rodríguez. Los tres potenciaron la cuerda de segunda además de ser gente disciplinada en los ensayos que ya conocía de cuando hice el coro de la Peña Moros y Cristianos. Y para la misma cuerda también llegó Manolo Péculo que había salido anteriormente en La Salle Viña.

Faly y Quico Zamora con el poeta Pedro Romero
El tío más directo que conocía, hasta ese momento, fue Juan de Dios Buceta Rendón que conocía de parar en La Copla de Paco Rosado y que una noche me dijo: "yo quiero salir en tu coro". Así de fácil. Juande, que así le llamamos, entró en el coro y el primer día paró un penalti que le hizo merecedor de estar allí y de seguir cuanto él quiera. Cuando se incorporó una noche a los ensayos lo presenté, como es habitual, y le dije a la gente "ñores este tío es Juande" y el amigo Antonio Carlo preguntó: ¿Juande qué? A lo que Juande contestó del tirón: "Juan de Bóer". Y claro, gran carcajada, empezaba bien la cosa para este gran corista que pasó tres años en chirigota callejera, y pasó a un primer premio de coros.
De La Salle Viña llegó José María Giraldez Repiso que empezó conmigo en el coro Al Ataque y que, como sabía que era un tío comprometido, me traje al coro para elevar la calidad de las bandurrias. También se vino Manolo Camacho, que me dijo que en la Salle tenía que pagar y en mi coro no se pagaba y que por eso se venía. ¡Pura afición vamos! Sergio Reyes no traía mucho currículo, pero era amigo de Carlos Zamora y con eso suficiente. Sergio cantaba y tocaba la guitarra de gran categoría. Además se portó perfectamente y creo que lo pasó bien. Pero no quiso seguir y le bastó con La cuesta… para conocer los entresijos de un coro. También acabó en La Cuesta de Jabonería, Daniel Ortega Ponce que entró en Los últimos de Filipinas y se aprendió la bandurria porque era lo que más falta hacía. Creo recordar que por temas de estudios tuvo que dejar nuestro coro después de los gitanos.

Faly Padre, con Faly Hijo, en el año de su debut en las tablas del Falla.
Digamos que de puro derecho, mi hijo Rafael María Pastrana se quedó en el coro ya que estuvo participando en Los últimos de Filipinas pero sólo en la calle, demostrando seriedad, compromiso y saber de lo que iba la cosa.
En aquel año, teniendo en cuenta la poca historia que tenía el coro, el grupo quedó muy redondito y compensado en todas sus cuerdas. Hubo que hilar muy fino y seleccionar a gente que ya conocía, porque imaginaros a uno que quería entrar y le pregunto ¿y a ti que te gusta de este coro? Y me contestó "la cocina de la batea". Hasta hace tres años me ha estado insistiendo en que le metiera en el coro. Por supuesto que ni caso.
Empezamos los ensayos en el mismo lugar que Los Últimos… los salones sociales del Real Club Náutico en la entrada de la punta San Felipe. Frente a la entrada está La Peña Enrique el Mellizo y allí quedábamos los que llegamos temprano a los compromisos y nos tomábamos un vaso de calentamiento. Luego dentro del local de ensayo teníamos el vino de Don Miguel, de la calle Feduchy, que sabía a gloria y que algunos se quitaban la sed con él. El vino siempre lo pagábamos mi compadre y yo. Ese año fueron 365.000 pesetas y además se traía un jamón para que alguno se montara he hiciera la moto.

19 de abril de 2012

La cuesta de Jabonería (1ª parte)


Después del éxito del 98 y la experiencia vivida con Los últimos de Filipinas nos propusimos seguir por la senda de seguir sacando coros frescos pero con el sabor añejo de los coros de antes. Para ello, como fundamental, teníamos que mantener la forma de afinar que llevé el año anterior, en donde debíamos seguir procurando la claridad y perfección en la ejecución de la voz primera para sacarle a oído la voz de segunda, que dicho sea de paso siempre he pensado que es primordial para conseguir la armonía necesaria para que el coro suene a Cádiz.


El coro La cuesta de Jabonería, con pocos componentes pero con grandes voces

Otra de las cuestiones era el grupo y el número de componentes. Pensé que la batea no podía ir rellena de gente sin cantar por tapar los huecos existentes, por lo que decidí aumentar el número de voces y aumentar no solo el grupo sino también la potencia. Está claro que si sacas un coro como Los últimos de Filipinas,  al año siguiente tienes un montón de gente queriendo entrar en el grupo. Así fue, pero hubo que decir "No" a mucha gente. Había que atinar muy bien en los fichajes para aglutinar bien el grupo que ya había. Sobre todo, porque si echo a dos borrachos y a tres malajes, no voy a meter a gente parecida por muy bien que cante. Además para malaje ya teníamos a uno que no lo eché porque me daba pena de sus hijos, pero malaje tenía y sigue teniendo un montón.

En la calle Muñoz Arenillas tenía Chico Rosado un Pub que se llamaba El Lavaero y allí tuve el gusto de conocer a Miguel Larran y Serafín Pérez que salían en carnaval y que tratándolos poco a poco los fuí conociendo. En ese verano del 98 se convirtieron en fichajes del coro y hasta le fecha ahí están, por lo que ya está amortizada la millonada de ambos fichajes.

Del coro de La viña se vinieron gente conmigo que ya me conocían de antes, desconocía que pasaba en ese coro tan querido en Cádiz pero mi experiencia allí vivida me decía que era lo mismo de siempre, así que no hubo reparos en admitir a gente como Pedro de Los Reyes, o como José Manuel Pedrosa, que ambos habían sido directores de dicho coro. Nuestro grupo fue tomando la forma que yo exigía con gente comprometida, aficionada, seria y que al mismo tiempo cantara por derecho o tocara más que aporrear.

"Del corazón del Barrio Santa María..." comenzaban presentándose La Cuesta de Jabonería
Mientras yo me dedicaba a potenciar y a mejorar el grupo, con mi Compadre Zamora trabajábamos la idea de ir de gitanos de Santa María. El tango nació de nuevo a final de verano y se podría decir que más fuerte en su tonalidad y ciertas notas que el del año anterior, que era mas meloso y pausado. Hacía falta más fuerza y garra en las notas del tango ya que el coro iba a ser un coro con filosofía reivindicativa y de claras denuncias públicas de la situación de la vivienda y el trabajo en Cádiz. Podría decirse que el dúo de autores ya estaba compenetrado y que Zamora respondía fácilmente a mis peticiones cuando le sugería cambiar una nota aguda por una grave, o viceversa. Nunca por capricho, siempre con un fundamento estable de quien debía luego escribir los tangos.

Cuando el tango estuvo listo para sacarlo del horno y empezar a disfrutarlo, digamos que tenía yo completado el grupo que luego debía de entregarse en cuerpo y alma por defenderlo. Así que solo tuve que marcar una fecha de inicio de los ensayos.

21 de diciembre de 2011

Los últimos de Filipinas (5ª parte y final)

Acabado el Carnaval me llamaron de infinidad de sitios para que fuésemos a cantar. Tuve que reunir a la gente del coro y explicarles la importancia de este tipo de compromisos, añadiéndoles que de ir a un lugar determinado, tendríamos que acudir a muchas citas y compromisos. El coro decidió no asistir a ningún compromiso y que de alguna manera, cuando me llamasen, explicara que el coro se había deshecho para así de esta forma “no estar todo el verano liado”. Comprendí que muchos de los componentes comprometidos con Quico, solo se habían implicado en el coro con la premisa de acabar el compromiso el mismo Domingo de Piñata. También, por fin me dí cuenta, del porqué los coros de mi coautor y compadre Quico salían un año, triunfaban y desaparecían al siguiente. Nunca creí fuese un buen sistema, al menos para mí como autor y sobre todo como director.

'Los últimos de Filipinas' debutaron en el Falla en el año 1998
 En mis compromisos anteriores como director de coro siempre dejé claro que yo trabajaba de cara al futuro y que necesitaba, al menos, un compromiso de tres años como mínimo si querían que ese coro fuese una realidad y se quedara encajado para los aficionados como un coro más y a tener en cuenta cada año. Así lo hice ver y reclamé a las directivas de la Peña Los Dedócratas y La Salle Viña, cuando me llamaron para dirigir el coro que estas entidades sacaban cada año. Las Directivas son pasajeras y nunca quisieron más compromiso que el éxito de “su” coro ese año solo y exclusivamente. El tiempo ha sido juez de mis razonamientos; Los Dedócratas dejó de tener en su programa de actividades, desde hace algún tiempo, sacar el coro. Directivos que nunca fueron aficionados a nuestra fiesta pretendían triunfar ese año, dándole igual el año siguiente ya que su compromiso como directivo habría acabado. La Salle Viña aún sobrevive, pero persiste en sacar el coro a la calle cada año con la idea de hacer un magnífico coro el año en curso y no pensar en poner cimientos y una buena base para convertir la principal actividad de su entidad en realidad. Han llevado a su nómina de autores y directores del coro a los mejores, en esos momentos disponibles, pero nunca han pensado que un autor de carnaval puede estar caduco y solo le quede el nombre. Lo que en cierto modo ratifica que no es el sistema adecuado y que, de alguna u otra forma, eso es pan para hoy y hambre para mañana.
Respeté el grado de compromiso que cada uno tenía con quien le llamó para Los Ultimos de Filipinas, pero está claro que estos elementos no me servían desde ese Domingo de Piñata para seguir por esta línea de coro. Y como el compromiso era hasta el… pues ahí acabó el compromiso con ellos. Solo quedaron para seguir por esta línea de actuación y estilo los que creí que eran verdaderos aficionados al Tango Gaditano, rompiendo el acuerdo de fichajes que teníamos hasta entonces. A partir de ese momento y hasta estos tiempos en el coro entran, o salen, los que estima el director del grupo que es quien brega diariamente con ellos y sabe el auténtico estado de compromiso de cada uno. Y decidí que quedaran para el siguiente año de estos LOS ULTIMOS DE FILIPINAS: Simón Jiménez, Luis Calderón, Manolín Rodríguez, José Mº y Guille García, Juan Pastrana, José Mª Ogalla, Paco Oliva, Paco Reyes, Sergio Reyes, Fernando Domínguez, Manuel Manzano, José Aranda, Manuel Cabañas, Antonio Carlo, Mahera, Francisco Olmedo, José Alejo y Rafael Pastrana Lorenzo.
LOS ULTIMOS DE FILIPINAS  pasará a la historia por su repertorio y su frescura, pero el asentamiento de las nuevas bases de juego y el tomar las riendas del grupo una solo persona, han hecho posible que el coro sea desde ese 1.998 una auténtica realidad.